Había soportado lo mejor posible los pequeños agravios de Fortunato; pero cuando se atrevió a llegar hasta el ultraje, juré que me vengaría. Vosotros, que conocéis bien mi temperamento, no pensaréis que hice la más ligera amenaza. Algún día me vengaría; eso era definitivo, pero mi decisión excluía cualquier idea de correr el más mínimo riesgo. No solo era necesario castigar, sino castigar con impunidad. No se repara un agravio cuando la reparación se vuelve en contra del justiciero, ni tampoco se repara si el ofensor no siente de quién proviene el castigo.
"Calor de agosto" es un relato breve de terror psicológico que explora temas de destino, premonición y la inevitabilidad de la muerte. El autor, William Fryer Harvey, construye una atmósfera de suspenso y angustia a través del encuentro entre James Clarence Withencroft, un artista, y Charles Atkinson, un tallador de lápidas, en una sofocante tarde de agosto.
H. P. Lovecraft
Me preguntan por qué temo tanto las corrientes de aire frío, por qué tiemblo más que cualquier otra persona al cruzar el umbral de una habitación helada. Parece como si sintiera náuseas y un profundo rechazo cuando el fresco viento del atardecer se cuela entre la atmósfera cálida de un apacible día otoñal. Algunos aseguran que reacciono ante el frío como otros lo hacen ante el hedor de la podredumbre, y no puedo decir que se equivoquen. Pero en lugar de negarlo, prefiero relatar el episodio más espeluznante que jamás he vivido, para que puedan juzgar si mi particular aversión tiene una explicación razonable, o si acaso mi miedo pertenece a lo inexplicable.
El relato "El emisario" de Ray Bradbury es una obra profundamente simbólica y atmosférica que combina la nostalgia, la conexión con el mundo exterior y el terror de lo desconocido.
Así rezaba un anuncio firmado por el obispo de Barcelona y por cuatro jueces en uno de aquellos días lejanos que han dejado huellas imborrables en la historia de España y acaso de la humanidad entera.