En el comienzo de Apocalipsis Z de Manel Loureiro, la historia se abre con un breve vistazo a la vida de un lagarto en el inhóspito desierto del Sahara occidental, interrumpida por el paso de un helicóptero que transporta a un grupo de supervivientes. Uno de ellos es un abogado español, antes atrapado en la monotonía tras la muerte de su esposa. A través de sus ojos, se revela el desencadenamiento de un apocalipsis mundial causado por un virus letal, liberado accidentalmente en una base soviética abandonada.
El relato "Ylla" de Ray Bradbury, perteneciente a Crónicas marcianas, es un texto cargado de sutiles matices psicológicos, simbólicos y culturales. A través de la vida cotidiana de una pareja marciana, el autor crea un ambiente enrarecido, impregnado de añoranza, tensión y presagio, en el cual se entrecruzan el deseo, la curiosidad, el temor, la violencia, la frustración y el desencuentro. Este análisis abordará el marco narrativo, la caracterización de los personajes, los símbolos presentes en la historia, las tensiones temáticas y el trasfondo cultural que articulan la trama.
El Dr. Rawlings suspiró profundamente, un suspiro nacido de la frustración y el cansancio, mientras se acercaba a la estantería de libros. Con un movimiento casi metódico, sacó un volumen de gran tamaño titulado "Una Introducción General al Psicoanálisis" de Freud y retiró la botella de su escondite. La botella, medio llena de un líquido ámbar, se agitaba agradablemente cuando la sostenía con una mano inestable, observando cómo brillaba bajo la luz del sol de la tarde. También extrajo un pequeño vaso de whisky.
PROLOGO
Fuera de las notas sobre Mauclair y Adam, todo lo contenido en este libro fué escrito hace doce años, en Buenos Aires, cuando en Francia estaba el simbolismo en pleno desarrollo. Me tocó dar a conocer en América ese movimiento y por ello y por mis versos de entonces, fuí atacado y calificado con la inevitable palabra «decadente...» Todo eso ha pasado,—como mi fresca juventud.
Había soportado lo mejor posible los pequeños agravios de Fortunato; pero cuando se atrevió a llegar hasta el ultraje, juré que me vengaría. Vosotros, que conocéis bien mi temperamento, no pensaréis que hice la más ligera amenaza. Algún día me vengaría; eso era definitivo, pero mi decisión excluía cualquier idea de correr el más mínimo riesgo. No solo era necesario castigar, sino castigar con impunidad. No se repara un agravio cuando la reparación se vuelve en contra del justiciero, ni tampoco se repara si el ofensor no siente de quién proviene el castigo.